PARÍS.- El italiano Nicoló Martinenghi frustró el retorno del británico Adam Peaty que se vio privado en los metros finales de un triunfo en la final de los 100 braza que el nadador inglés parecía tener a su alcance completos tres cuartos de la prueba.
De hecho, Peaty, que buscaba su tercer título consecutivo de campeón olímpico de la distancia, tuvo que compartir la medalla de plata con el estadounidense Nic Fink que tocó la pared a la vez que el británico.
Pero nada pudo borrar la sonrisa del rostro de Peaty que dejó claro este domingo en la piscina de La Defense Arena de París que está de vuelta, tras escapar de un tenebroso viaje a los infiernos de la depresión y la autodestrucción.
Una victoria inesperada
Asimismo, la motivación que necesitaba Peaty era volver y tratar de demostrar en estos Juegos de París quien es el rey de la braza, en un final en la que el británico y el chino Haiyag Qin fueron los primeros en tomar la cabeza.
Una eléctrica pugna en la que Qin tomó una ligera ventaja tras completar los primeros 50 metros con una renta de 5 centésimas sobre Adam Peaty, que cruzó el ecuador de la prueba en segunda posición.
Panorama que cambió en el segundo largo en el que el británico fue distanciando cada vez más y más al nadador chino, que acabó por hundirse hasta la séptima posición.
Pero cuando todo parecía dispuesto para la coronación de Peary surgió, sin que nadie lo esperara, desde la calle siete el italiano Nicoló Martinenghi que para arrebatar el triunfo al inglés y proclamarse nuevo campeón olímpico con una marca de 59.03 segundos.
Dos centésimas menos que Peaty el estadounidense Nic Fink, que compartieron la medalla de plata con un crono de 59.05, que no impidieron que el británico fuera el hombre más feliz del mundo tras haber culminado su regreso de infierno.
EFE