Tegucigalpa, 22 nov (EFE).- Algunas de las estaciones de un transporte público fuera de servicio de la capital hondureña se han convertido en un albergue temporal para centenares de migrantes suramericanos, en su mayoría venezolanos que huyen de su país por la crisis económica, en su largo trayecto hacia Estados Unidos.
Los migrantes ocupan al menos cuatro estaciones de lo que sería el Trans 450, un servicio de transporte público concebido en 2008, del cual se construyeron las vías y sus estaciones, pero nunca llegaron las unidades con capacidad para 180 pasajeros.
Una migrante venezolana impone el orden en la estación
Las estaciones, situadas a lo largo de un bulevar, han sido ocupadas por migrantes que no tienen dónde pernoctar mientras consiguen el dinero para trasladarse hasta Agua Caliente, en la frontera con Guatemala.
«Aquí llevo seis días y no tengo quejas, me han tratado a mí y a todos mis compañeros venezolanos, ecuatorianos y colombianos, muy bien», dijo a EFE Dariana Ramírez, una venezolana de 23 años al frente del grupo de migrantes en una de las estaciones, en las que reciben ayuda de particulares y organizaciones humanitarias.
Ramírez, originaria de Maracaibo, donde era «ama de casa», también lidera el grupo de su familia compuesto por su padre, su esposo, tres hijos (de seis, tres y un años) y dos hermanas menores, para quienes ahora es «como su madre» desde que su progenitora falleció, hace nueve meses, de un cáncer uterino.
En la estación en la que ha venido pernoctando Ramírez, de unos 45 metros de largo por 7 de ancho, había el lunes pasado 47 migrantes, 22 niños y 25 adultos, entre hombres y mujeres, incluidos tres colombianos y dos ecuatorianos.
A diario, unos migrantes continúan su viaje y otros llegan a las estaciones del Trans 450, como si fuera una carrera de relevos.
Los migrantes, que además soportan la contaminación del ruido y gases de los miles de vehículos que circulan por los cuatro carriles, dos de ida y dos de regreso, del Bulevar Centroamérica, duermen en cartones, plásticos y otros materiales, mientras que los niños en su mayoría los protegen en pequeñas casas de campaña.
EFE