ELMAU.- Unos 3.500 manifestantes, según estimaciones de la policía, se sumaron hoy a la primera de las marchas convocadas en Múnich contra de la cumbre del G7, que se abrirá este domingo en el castillo de Elmau (Baviera).
La concentración tuvo lugar en la céntrica Theresienwiese de la capital bávara y discurrió sin incidentes, entre pancartas clamando por el fin de las energías fósiles y contra el rearme decidido por países como Alemania, a raíz de la guerra en Ucrania.
Es la primera de las múltiples marchas anunciadas contra la cumbre, que reunirá a partir de mañana y hasta el martes a los líderes de las siete grandes potencias -Estados Unidos, Canadá, Japón, Reino Unido, Francia e Italia, además de Alemania, que ejerce la presidencia de turno del grupo.
La marcha de Múnich estaba respaldada por unas 15 organizaciones, desde los activistas antiglobalización de Attac a la ecologista WWF. Sus reclamaciones iban del adiós a las energías fósiles, a la lucha contra la pobreza, la hambruna y por un mundo más justo.
Las autoridades de Baviera han organizado un dispositivo de seguridad, con más de 10.000 agentes, para garantizar que el castillo y hotel de lujo de Elmau, sede de la cumbre, no será accesible a esas protestas. Ese mismo concepto funcionó en la anterior cumbre del G7 bajo presidencia alemana celebraba en ese mismo lugar, en 2015.
El ejemplo de lo contrario fue la que tuvo lugar en 2007 en Heiligendamm (norte del país), que generó en una batalla campal entre antidisturbios y manifestantes durante los tres días de sesiones.
Además de la marcha de este sábado en Múnich hay anunciadas diferentes acciones de protesta -bajo el lema genérico de «Stop G7»-. Algunas discurrirán en Garmisch Partenkirchen, a 20 kilómetros de Elmau y donde está el centro internacional de prensa para la cumbre.
Otras, no autorizadas, se marcan el objetivo de burlar la vigilancia y alcanzar el castillo, pese al cordón policial y vallado que se ha establecido a su alrededor, en un radio de varios kilómetros.
Son muchas las organizaciones, internacionales o en formato casi individual, que reclaman del G7 algo más que gestos o declaraciones de intenciones a favor del mundo menos desfavorecido y de la lucha contra el cambio climático. Sea con su presencia en la marcha de Múnich o en las que seguirán en los próximos días o a través de comunicados a los medios.
La ONG alemana «Welthungerhilfe» («Ayuda contra el Hambre») apremió a Scholz a trabajar ante sus socios del club de los poderosos para lanzar un paquete de ayuda urgente contra la hambruna, para lo que se estima se precisarán unos 13.000 millones de euros.
El propio canciller había advertido estos días de que el bloqueo ruso a las exportaciones de trigo ucraniano podía derivar en la mayor hambruna global desde la Segunda Guerra Mundial.
Greenpeace y el movimiento Fridays for Future habían instado asimismo al gobierno alemán a no aparcar el previsto adiós al carbón -que inicialmente la coalición de Scholz entre socialdemócratas, verdes y liberales quería culminar antes de 2038-.
Los propios socios ecologistas de Scholz consideran ahora irremediable recurrir a esa energía fósil para compensar la caída de suministros rusos, al menos hasta que se avance en la transición a las renovables.
El activista guatemalteco Fernando Morales-de la Cruz, abanderado de la lucha contra el trabajo infantil, exigió por carta a los líderes del G7 que abandonen lo que califica de «inacción» frente a esa lacra. Millones de niños pobres son explotados por las cadenas de suministros de países occidentales sin que se adopten medidas vinculantes en su contra, denunció, mientras sigue su campaña ante los eurodiputados de Estrasburgo, donde reside.
EFE