Madrid.- El mejor partido de la temporada de Vinícius, rescatando la imagen del jugador desequilibrante que dio un paso al frente en pegada, revitalizó al Real Madrid para enterrar la duda que siempre genera la derrota en la casa blanca, en un duelo con dos goles desde fuera del área que encarriló Fede Valverde en un primer acto en el que Villarreal amenazó sin acierto.
Celebraba el madridismo la huida del que podía convertirse en primer bache de una temporada que ya comenzó torcida por la irregularidad como visitante, el regreso a su verdadera identidad de Vinícius, de nuevo el gran líder, cuando se apagó la fiesta con lágrimas de Dani Carvajal.
Un intento de despeje entre las piernas de un rival, su compañero de selección Yeremy Pino, que bien sabe lo que pudo sentir el lateral, acabó con una patada al aire y su rodilla derecha cedió. El peor final de partido posible tras una mejoría futbolística de los de Ancelotti.
Sin Kroos, la importancia de Camavinga se sintió en su ausencia. El fútbol del Real Madrid demandaba un futbolista con personalidad y físico. Atrevimiento con balón, capacitado para romper líneas en carrera como robar con potencia. Nunca será el alemán, pero su regreso ayudará a que merme el recuerdo. Volvieron los cambios de juego, aumentó el ritmo de la posesión. Y eso ayuda a que futbolistas como Vinícius reciban en ventaja para exhibir su habilidad.
Camavinga enchufó al Real Madrid, aún con carencias por pulir pero corrigiendo errores que le marcaban. Tomó el duelo con la seriedad que merece el Villarreal. No hubo relajación en el primer acto e incluso marcó de una forma poco habitual este curso, con un disparo desde fuera del área de Fede Valverde que rozó en Álex Baena y lo convirtió en imposible a la estirada de Diego Conde.
La primera derrota del curso, en Lille, que extendió el mal sabor de boca de haber dejado escapar el derbi del Metropolitano en el último suspiro, no provocó el regreso al tridente de Ancelotti.
Mantuvo cuatro centrocampistas con Jude Bellingham en la mediapunta sin encontrar su sitio pero dejando detalles de calidad cada vez que recibió el balón y una entrega defensiva encomiable. Y mandó a Tchouaméni al centro de la defensa.
Ni las numerosas bajas que han condicionado los primeros encuentros al Villarreal han afectado al rendimiento del equipo de Marcelino García Toral. Sin dos puñales arriba como Gerard Moreno y Ayoze Pérez, mostró las razones de su buena dinámica. También de visitante.
En el Bernabéu encajó su primera derrota lejos de casa y tuvo ocasiones para cambiar el rumbo. Tras ver a Mbappé perdonar solo un saque de esquina medido de Modric, lanzó dos avisos, con Álex Baena brillante en el pase al espacio.
Pero en el combate de púgiles que asomaba fue Fede Valverde el que se impuso con su golpeo a los 14 minutos. Un gol que necesitaba el Real Madrid. Los jugadores para ganar tranquilidad. La grada para calmar la ansiedad que ya asomaba con algún silbido cuando Barry remató fuera la primera clara.
No desfiguró el gol al Villarreal, pese a que sufrió en el marcaje de Femenía a un Vinícius más constante y animado. Recuperando brillantez en el uno contra uno para desbordar con eficacia.
Pero también encontró Marcelino en su banda izquierda un filón que explotó por momentos con subidas de Cardona y centros de peligro. Lo estrelló en la madera el testarazo de Pépé, que perdonó otro segundos después tras un exceso de confianza de Lunin y Carvajal.
Obligó a retrasar unos metros al Real Madrid, con Ancelotti aplaudiendo los esfuerzos defensivos, confiado en explotar un contragolpe que asoma menos de lo que debería. Así pudo dar un golpe al partido Mbappé, elegante en su carrera desde su propio campo, levantando a la grada con su potencia cuando Vinícius le filtró el pase al espacio antes de que saliera perdedor en el mano a mano con Diego Conde.
El partido se desplomó en su ritmo en el segundo acto. Comprensible en todo caso en el Real Madrid por el desgaste de partidos, tras jugar en la Champions.
Injustificable en un Villarreal sin competición europea al que le faltó fe para ir a por el partido tras sus buenos detalles del primer acto. Apenas una falta de Baena al lateral de la red. No le exigió a su rival ni pisó área hasta los minutos finales, cuando sintió el partido perdido.
Llevaba veinte encuentros consecutivos marcando y se apagó. No inquietó a Lunin y el Real Madrid, armado desde atrás, demostró paciencia y confianza en sus jugadores de arriba consciente de que habría alguna oportunidad para volver a golpear.
Aunque Mbappé no encontraba su sitio en la zona del 9 y Vinícius ya jugaba su partido particular. Pidió la expulsión de Femenía por un golpe, protestó al colegiado en dos acciones y demostró estar metido en el partido.
Encontró el premio cuando se liberó de la banda, ya sin Mbappé en el campo, y partiendo desde el centro inventó un disparo a la escuadra para añadir al montaje de sus mejores goles con el Real Madrid.
Rescatando del armario el traje del Balón de Oro para el que ya le tomaron medidas. Teniendo que abandonar posteriormente el partido por molestias en el hombro derecho, sintiendo de nuevo la veneración del Bernabéu que acabó con mal cuerpo al ver la lesión de rodilla de Dani Carvajal que se marchó llorando.
EFE