París.- Cuatro años después de una final que dejó heridas abiertas, Real Madrid y Liverpool se reencuentran en la gran batalla de París. El duelo de las 19 Copas de Europa entre el rey de la competición, con trece conquistas, y el deseo ‘red’ de situarse a su estela, con la que sería su séptima para dar caza al AC Milan. El último paso de una Champions en la que los de Carlo Ancelotti demostraron que no hay imposibles en el fútbol.
El Stade de France de Saint-Denis acogerá una final majestuosa, la más repetida de la historia de la Copa de Europa. El poderío futbolístico que exhibe el Liverpool de Jürgen Klopp, ganador de cuatro títulos en su temporada, ante el respeto recuperado a base de remontadas para la historia del Real Madrid de Carlo Ancelotti.
Un ejemplo de resistencia. La exhibición de un ADN especial que impide bajar los brazos y jamás darse por vencido. La reivindicación de un grupo de jugadores que, solamente ellos, creían en sus opciones de éxito en Europa.
La temporada de Ancelotti en su regreso al banquillo blanco ya es sobresaliente. La Liga ganada con autoridad, la que le faltaba para ser el único que conquistó las cinco grandes; y la Supercopa de España, dejaron en el olvido un fin de ciclo en blanco de Zinedine Zidane.
Pero el Real Madrid de los imposibles asume el peso de la historia y jamás es suficiente para un club tan ganador. La experiencia de las grandes citas y el físico tras un mes de rotaciones ante un Liverpool que se lo jugó todo con máxima exigencia, caen de lado madridista. Su reto es conseguir que el fútbol también lo haga.
«Las finales no se juegan, se ganan», dejó para la posteridad la leyenda Alfredo di Stéfano. Y ahí aparece un Real Madrid que no pierde una desde 1981, precisamente ante su rival de hoy, curiosamente también en París. Por eso es la cita de las cuentas pendientes.
Antes de que Lorian Karius provocase una de las noches más tristes en 2018 con su doble fallo en Kiev ante Karim Benzema y Gareth Bale, los ‘reds’ habían dejado a puertas de la gloria al Real Madrid de los García. Desde entonces, son siete las finales ganadas de forma consecutiva por el conjunto madridista. Especialista en los momentos de grandeza.
Al actual Real Madrid se le busca apodo y es obligado que aparezca el nombre de Benzema. Ningún éxito reciente se entiende sin el liderazgo del delantero francés. Protagonista de una mutación espectacular. De jugar para hacer felices a los que rodeaba, a convertirse en un goleador temible. Un rol diferente, la misma calidad en las asociaciones que en la definición.
Un jugador mayúsculo que dará el paso definitivo al Balón de Oro si impulsa a su equipo al título tras sus exhibiciones previas. Esta es su temporada más goleadora, 44 goles en 45 partidos, pero tampoco perdió su generosidad con 15 asistencias.
Autor de 15 tantos en 11 encuentros de Champions, diez en las eliminatorias mano a mano, marcando en los cinco últimos duelos para remontar al PSG, eliminar al vigente campeón Chelsea y poner el broche a la remontada épica ante el Manchester City, igualó los registros que solo un devorador del gol como Cristiano Ronaldo había sido capaz de protagonizar.
Nada habría sido posible sin Benzema pero tampoco sin las paradas salvadoras de Thibaut Courtois, el atrevimiento de Vinicius, sin la eterna juventud de Luka Modric con su pase de exterior registrado que levantó de la lona al Real Madrid ante el Chelsea, sin las apariciones salvadoras del nuevo ‘míster Champions’ Rodrygo que remataba aquella obra de arte y luego firmaba un doblete en 89 segundos inolvidables para igualar en el tiempo añadido de la vuelta de semifinales ante el City una eliminatoria que parecía sentenciada.
Es la clave del éxito de un Real Madrid sin egos, un vestuario unido en el que conviven nueve jugadores que ganaron cuatro ‘Orejonas’ con el descaro de jóvenes valores que quieren comerse el mundo. Los Benzema, Casemiro, Modric, Kroos, Carvajal, Nacho, Marcelo, Isco y Gareth Bale.
El ‘último baile’ para los tres últimos como madridistas en la mejor despedida posible a jugadores que marcaron una época, pero que perdieron protagonismo en su parte final. Nadie se lo puso difícil a Ancelotti, que resalta el «gran ambiente de dentro del vestuario» como factor fundamental para estar a puertas de la historia. Un triunfo le convertiría en el técnico con más Ligas de Campeones, cuatro, superando a Bob Paisley y a Zidane.
Su once está más que definido y descansado. Con ganas de demostrar que no es necesario un jugador de la dimensión de Kylian Mbappé para volver a reinar en Europa. Protegiéndose en el intercambio de golpes que presenta la final con la entrada de Fede Valverde como cuarto centrocampista de inicio y guardando a Rodrygo como ‘plan B’ para la segunda parte.
Recuperado tras un mes sin jugar, David Alaba liderará la defensa. Hacerle el partido largo al Liverpool, meter máxima intensidad y que acabe apareciendo el desgaste en el rival, la superioridad física madridista por el trabajo de Antonio Pintus como en las rondas previas, será fundamental para acercarse a la gloria de la decimocuarta.
El proyecto que Jürgen Klopp comenzó en Anfield hace casi siete años está en su punto máximo. Precisamente justo después de la peor temporada de la era Klopp. Tras un año en el que los ‘Reds’ necesitaron un final perfecto de liga para meterse entre los cuatro primeros de la Premier League, el Liverpool vuelve a la final de la Liga de Campeones en busca de su séptima Copa de Europa, la tercera de este siglo tras la de 2005 en Estambul y la de 2019 en Madrid.
Con el mejor equipo de los últimos años, algo reconocido ampliamente en Inglaterra, el Liverpool rozó la perfección este curso hasta el punto de quedarse a un punto en la Premier de ser el primer equipo en la historia del fútbol inglés en poder conquistar el póker de títulos.
La derrota contra el Manchester City en la competición liguera es agua pasada para los de Klopp, «no nos duele más», explicó el germano, y los deja en posición aún para conseguir el tercer triplete del fútbol británico, tras el del Celtic de Glasgow en 1967 y el del Manchester United en 1999. Eso sí, menor que el de estos dos equipos, por contar con la Copa de la Liga y no con la liga.
Los 63 partidos que jugarán esta temporada son un récord y también una debilidad. «Estamos muy cansados», insistió en estos días Fabinho y no es de extrañar viendo los problemas físicos que han atravesado los ‘Reds’ en las últimas fechas.
Mohamed Salah, Fabinho, Andy Robertson, Joe Gomez, Virgil Van Dijk, Thiago Alcántara y Divock Origi han atravesado lesiones musculares en las últimas dos semanas. La mayor incertidumbre es la del medio español, que sufre unas molestias en el tendón de aquiles y será duda hasta el último momento. El que no estará será Origi, mientras que Van Dijk y Fabinho llegarán sin un solo minuto en las piernas en las dos últimas semanas.
La venganza por lo ocurrido en 2018 es uno de los grandes impulsos del Liverpool para esta final, que, a diferencia de Kiev, cuenta con la experiencia de haber ganado ya en una ocasión la competición.
El espíritu del gol de Alan Kennedy en 1981, las casi 50 victorias esta temporada, los 31 goles de Salah, la superioridad de Van Dijk en defensa y un bloque que lleva años compitiendo al máximo nivel y que ha alcanzado tres finales en cinco años son los argumentos de un Liverpool que ve en esta final la guinda del pastel. «Si perdemos, aún será una gran temporada, si ganamos, será fantástica», admitió Klopp.
EFE