CARACAS.- En apenas tres días, dos derrotas seguidas y, sobre todo, el 2-3 de este sábado contra Nottingham Forest en Old Trafford, cuestionan la reacción del Manchester United bajo el mando de Ruben Amorim, doblegado por goles impropios del nivel que pretenden los Diablos Rojos, alguno inasumible como el fallo de André Onana en el 1-2.
El United no puede recibir dos goles al inicio de cada tiempo. Ni el 0-1 al minuto y 31 segundos de la primera parte. Ni el 1-2 al minuto y 58 segundos de la segunda.
Tampoco el testarazo que supuso el 1-3 en el 54. También debe hacerlo reflexionar por qué sólo se expresó con la ambición que debería desde que encajó el 0-1 hasta que obtuvo el 1-1.
Y, aún más, por qué permitió levantarse al Forest tras el 1-1 y por qué cedió tantas ocasiones.
Tiene aún mucho trabajo el técnico portugués, contra el reloj y contra la clasificación. El United cae de nuevo a posiciones menores de la tabla, hasta el decimotercer puesto, con diez puntos de renta sobre el descenso, pero también a ocho todavía de las plazas de la Liga de Campeones, que marca Manchester City. El Forest, en cambio, es quinto, a dos puntos.
El United sólo se repuso al primer golpe. Hace unos meses habría sido un daño irreparable el gol tan rápido que recibieron los ‘Diablos Rojos’.
En un minuto y 31 segundos encajó el 0-1, con un testarazo de Milenkovic que batió a Onana, que entonces no pudo hacer nada para frustrar la ventaja el Nottingham Forest, sin ningún tipo de complejo en Old Trafford.
El equipo de Bruno Amorim demostró carácter entonces. También hambre y ambición. Instante a instante, desde el mismo momento que soportó el 0-1, ganó cada aspecto del juego, metro a metro, pase a pase.
Su posesión era del 78 por ciento al cuarto de hora, apenas había dejado dar 36 pases a su rival. Era cuestión de tiempo el 1-1. Y lo fue.
En el minuto 17, Bruno Fernandes conectó con Manuel Ugarte, que combinó con el desmarque de Garnacho. Su remate fue contra el portero.
El rechace lo anotó Rasmus Hojlund. Apenas es su quinto gol de la temporada. Una reacción aislada, realmente, porque, de repente, cuando sintió el empate suyo, rebajó su ritmo. Mala señal ante este Forest.
El bloque de Nottingham, quinto en la clasificación, al acecho de las plazas de la Liga de Campeones, a tan solo tres puntos de la segunda posición, lo retrató después.
No de forma abrupta, pero sin paulatina. Primero con un cabezazo de Jota Silva al larguero, después con tiro fuera del mismo futbolista, más tarde con una volea de Murillo fuera por centímetros.
La única respuesta fue un lanzamiento de falta directo de Bruno Fernandes a la cruceta en el recorrido hacia el descanso, alertado el United por la deriva del encuentro, que ya no tenía bajo su control, avisado por todas las oportunidades del Forest.
Se veía venir el 1-2. Ocurrió al minuto y 58 segundos del segundo tiempo. Gol de Gibbs-White… O de Onana. El portero del United retrocedió un año atrás con un fallo tremendo.
Cierto que el balón hizo un pequeño extraño, con algo de efecto, tanto como que el remate iba tan centrado que un guardameta de este nivel, incluso de alguno más bajo, debe atraparlo, al menos despejarlo. Terminó en la red, señalado visiblemente el cancerbero.
Ni siquiera lo había asumido aún el United cuando quedó de nuevo en evidencia su estructura defensiva. También el portero, otra vez. El cómodo centro de Gibbs-White desde la derecha lo conectó de cabeza Chris Wood.
Su remate bombeado, hacia el otro poste, no acertó a despejarlo nadie. Ni De Ligt ni Onana ni Lisandro, todos en su trayectoria hacia gol.
En otro tiempo, la derrota sería segura. Bajo el influjo del nuevo proyecto de Amorim, aún en construcción, no fue tan definitiva como aparentó el 1-3.
A la hora de partido, apenas seis minutos después del gol de Chris Wood, un derechazo de Bruno Fernandes devolvió a la vida al United, con media hora por delante que no le sirvió de nada, apenas de un remate acrobático de Lisandro Martínez a la desesperada en el tramo final. Queda mucho trabajo.
EFE