CARACAS.- La resiliencia del Arsenal con un David Raya imperial, se desplomó en el último instante del añadido, cuando John Stones frenó en el minuto 98 el golpe de autoridad de Mikel Arteta ante su maestro Pep Guardiola al anotar el tanto del 2-2.
Esas malas sensaciones de ingrato recuerdo en la Champions sentidas por Manchester City ante Real Madrid, recorrió su cuerpo en el gran duelo de la Premier League. Con la ausencia de Kevin De Bruyne y el shock de ver lesionarse a Rodri ante un Arsenal que sobrevivió al asedio gracias a la firmeza de Raya, hasta el último suspiro de un gran duelo.
Arsenal lamentará cada final de acto que dejó sin el premio del triunfo a un gran ejercicio defensivo, en una segunda parte completamente en inferioridad numérica. Sin balón ni intención de tenerlo, anulando a Haaland para cortocircuitar al equipo de Guardiola que jugó al frontón.
La segunda tarjeta amarilla de Trossard en el añadido del primer acto, por un choque leve o por desplazar el balón, rigurosa igualmente. La aparición salvadora de Stones al único balón muerto en el área en el 98 de un partido eterno con siete de añadido en cada parte.
No decepcionó el enfrentamiento de los grandes candidatos al título. En igualdad de condiciones, la primera parte exhibió intensidad desde el primer segundo cuando el partido ya comenzaba torcido para Rodri. Nada más sacar de centro era derribado por un fuerte golpe de Havertz que dejó entrever cuentas pendientes. Saltaron chispas desde el arranque.
Un City que regresó a la vulnerabilidad defensiva mientras que el Arsenal estuvo con once jugadores en el campo. Y eso que inició el partido imponiendo la ‘ley Haaland’. Diez goles en cinco jornadas. Definiendo con calidad a los nueve minutos, con el exterior del pie en plena carrera, a la presentación perfecta del pase al espacio de Savinho.
El Arsenal reaccionó con entereza al golpe y se levantó con personalidad en la casa del campeón. Comenzó a aparecer a Martinelli, siempre superior en el pulso con Walker, y se salvó gracias al poste que evitaba el tanto de falta de Gündogan.
El Etihad enmudecía con la lesión del gran referente Rodri, al que no tuvo Guardiola en el inicio de temporada y tiene pinta de que perderá por mucho tiempo por una lesión de rodilla.
No le había dado tiempo a asimilar lo ocurrido ni a Kovacic a ocupar su hueco, cuando el Arsenal mostró picardía en una acción que provocó la ira de Guardiola.
Su patada al banquillo con rabia tras ver como sus jugadores se despistaban al saque rápido de una falta, que provocó el rápido ataque, la aparición de Martinelli y el estreno perfecto de titular de Calafiori con un golpeo de zurda de dentro hacia fuera que acabó en la escuadra. El vuelo de Ederson nada pudo evitar.
Se parapetó el Arsenal en su terreno con dos líneas férreas de cinco en lo que no sabía era un ensayo para el segundo acto. El City añoró a De Bruyne, buscó los extremos Doku y Savinho pero nunca encontró a Haaland, frenado por el gran marcaje entre Saliba y Gabriel.
Su dominio improductivo fue castigado a balón parado. En el añadido aparecía el poderoso salto de Gabriel, que ya había perdonado una, para mandar un saque de esquina a la red en el segundo palo tras dejar en evidencia la marca y el juego psicológico de Walker.
Tendrá razón Arteta para quejarse como hizo en directo de los añadidos. Superado el primero, en el 53, llegó la expulsión por segunda amarilla a Trossard. Y en el segundo tiempo el tanto del empate. El panorama cambió por completo. Al Arsenal, con diez jugadores, no le quedó otra opción que renunciar al balón y encerrarse. Al City atacar sin descanso, atravesar por diversas fases y acabar pasando de la desesperación al alivio.
Necesitó de 26 disparos en el segundo acto para salvar un punto. Hasta 33 en total, con once paradas de Raya que, por momentos, pareció insuperable. Haaland no logró inquietar, apenas un testarazo molestado por sus marcadores. Los disparos de Kovacic, Ruben Dias, Akanji y Walker llegaban con un 91% de posesión del monólogo del City.
Las brillantes paradas de Raya a un nuevo testarazo de Haaland, al disparo de Ruben Dias tras un rechace y especialmente con mano firme abajo al zurdazo de Gvardiol.
Arsenal era una línea defensiva de nueve jugadores para impedir pases al espacio y verticalidad. Un ejercicio de resistencia que acarició romper la racha de 47 partidos invicto del equipo de Guardiola en el Etihad hasta que en el 98, en la última jugada del partido, dos acciones de Grealish encontraron el premio en un balón muerto mandado por Stones a la red.
EFE