CARACAS.- Un hombre de estatura media, barba canosa, ojos amables y piel trigueña, se monta todos los días en las camionetas para cantarle a los ciudadanos algunas de sus composiciones.
No porta «blin blin», no canta reguetón ni mucho menos usa palabras obscenas; deleita a la audiencia con canciones de amor que tienen prosa ligera.
«¿Quién es ese hombre?, ¿Por qué canta de esa manera?», son algunas de las expresiones de los oyentes que escuchan la balada de este caballero que perdió a su «estrella».
«Esta es la historia de un gran amor que un buen día se despertó, de una estrellita que bien brillaba en el universo donde apareció», comienza a decir este hombre en medio de su actuación.
Rafael José Sánchez Bitter, mejor conocido como Fay, es un pensionado de este país que diariamente tiene que ingeniárselas para comprar el pan de la casa y las medicinas que necesita. No tiene trabajo, no cuenta con ayuda familiar; no tiene una señora que lo espere en casa ni mucho menos un hijo que lo atienda.
Es por esta razón que decidió salir a cantar sus propias canciones en las rutas del este y oeste de Caracas.
Su primera canción la compuso en el año 88, inspirada en una amiga suya llamada Fabiola que le robó el corazón. Posteriormente, llegaron «Maryeris» y Yudisyra a formar parte de sus musas.
Sus composiciones aún no poseen una melodía, por esta razón Fay se ve en la necesidad de cantar a «capela» en los buses.
–¿Cómo es la receptividad del venezolano? ¿aplaude al escucharlo?
-«Sí, la gente me aplaude. Me han dado el consejo de vender las canciones a los artistas consagrados, y así ganar los derechos de autor».
Si algo Rafael no se atreve es cantar en el Metro de Caracas, porque asegura que en una oportunidad le quitaron el teléfono y las llaves de la casa.
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La huella perenne del pasado triste
La familia puede entenderse como la organización social más importante del hombre; y es de vital importancia para el desarrollo psicológico del individuo.
El cantautor panameño, Rubén Blades, afirma «cuánto control y cuánto amor tiene que haber en una casa; mucho control y mucho amor para enfrentar a la desgracia».
Precisamente, es el amor lo que faltó en la vida de Fay, porque sus padres y sus hermanos no han mostrado afecto hacia su persona; antes bien lo han marginado y no lo toman en cuenta.
Rafael es el segundo de siete hermanos y nació en un hogar de clase media en Cumbres de Curumo.
«Papá y mamá dejaron una familia disfuncional, porque no hay armonía en el hogar».
– A pesar del maltrato que recibió en su infancia, ¿Cómo está su corazón con sus hermanos? ¿Les guarda rencor?
-«No tengo rencor, pero ellos acabaron mi vida, porque me tumbaron la autoestima (…) Nunca ellos me mostraron afecto, en la casa no me tomaban en cuenta, los compañeros de clase se burlaban de mí».
– ¿Qué es lo que más lamenta?
– «Tengo la frustración de no haberme realizado como hombre a plenitud, el cual haya sacado una carrera universitaria, haya podido tener amigos, novia o una familia».
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Dinero perdido
Rafael Sánchez forma parte de los más de 2.000 afectados que tienen sus ahorros retenidos por el Banco del Orinoco, tras declararse en quiebra en octubre de 2019.
«Allí tenía unos dólares que me abrió la cuenta el BOD. Ellos me enviaron al correo que iban a cerrar sus puertas y si dentro de tres meses yo no respondía, ellos se iban a ir. Corría el riesgo de perder los reales (…) Cuando al fin me ayudó la secretaria de la iglesia, ya habían pasado los tres meses y quebró el banco. Son 2.000 dólares lo que me tienen que dar. Yo formo parte de todos esos ahorristas que están afectados».
«Me gusta que me llamen el compositor de Caracas»
A pesar de la huella perenne de un pasado sórdido que intenta borrar, Rafael Sánchez sueña cada día con un país mejor, que le brinde oportunidades laborales al venezolano.
Pasó de tenerlo todo a no tener nada, pero bien sabe que de esta vida nada se llevará, por lo que prefiere tener una conciencia limpia y estar a cuentas con Dios.
Mientras tanto, Fay evoca en sus canciones esa Caracas con sus brazos extendidos, sus aires perfumados de flores silvestres; sus techos rojos y paisajes inocentes, los cuales parecen cantar y murmurar al oído.
Jean Carlos González/ Unión Radio