LISBOA.- Después de viajes, caminatas al sol y noches durmiendo al raso, los jóvenes empiezan a abandonar hoy Lisboa, tras una Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) que los deja cargados de fe y nuevas amistades y con una lección.
Miles de peregrinos, cargados con mochilas, sacos y esterillas que han utilizado para pasar la noche en el Parque Tejo a la espera de la misa de despedida oficiada hoy por el papa, corren de un lado a otro en la estación, con huellas de cansancio evidente en la cara.
La experiencia ha sido «muy dura» pero, dice la española Raquel, ha merecido la pena.
A casa se lleva sobre todo las nuevas amistades que ha hecho durante esta semana.
«Ha sido muy impactante ver a tanta gente, porque sabías que venían de todo el mundo, pero luego, al ver todas esas multitudes y saber que todos estamos aquí por la misma razón, impresiona un montón», relata Geomar, una joven de 20 años también de Madrid.
Minutos antes, Geomar y su amiga María intercambiaban pulseras con un grupo de peregrinos italianos.
También se llevan la fe y los mensajes del pontífice.
«Me ha sorprendido mucho el gran carisma del papa Francisco, todo lo que ha dicho me ha llegado al corazón y haberlo vivido con tanta gente es algo precioso», señala.
Para escuchar ese mensaje pasaron la noche durmiendo al raso en el Parque Tejo, aunque después de una semana en el suelo de un polideportivo «se acaba durmiendo bien en todas partes», asegura Geomar. «Nos ha despertado esta mañana un cura DJ», dice entre risas.
Geomar y María vuelven este lunes a España en autobús. Otros, que vienen de más lejos, van a continuar el viaje espiritual después de Lisboa.
EFE














