París.- Novak Djokovic sobrevivió a la tempestad nocturna que le planteó Lorenzo Musetti, que lo puso contra las cuerdas camino de los octavos de final de Roland Garros, pero que acabó remontando 7-5, 6-7(6), 2-6, 6-3 y 6-0.
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La victoria número 369 en Grand Slam del número 1 del mundo, lo que le permite igualar al suizo Roger Federer como el jugador con más triunfos en torneos mayores, no fue la más sencilla, ni la más cómoda.
Making history once again ✍️
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Novak Djokovic equals Roger Federer in number of Grand Slam match wins and is our Stat of the Day by @Infosys.#RolandGarroswithInfosys #ExperiencetheNext pic.twitter.com/b6iLOP99M0
«Puede que este sea el mejor partido que nunca he jugado en esta pista», dijo Djokovic al final del duelo.
El serbio, de 37 años, que persigue en París su cuarta corona, con lo que totalizaría 25 grandes, uno más que la australiana Margaret Court, otro récord en solitario, se medirá por un puesto en cuartos de final contra Francisco Cerúndolo, favorito número 23, al que nunca antes ha enfrentado.
En su año más inofensivo, en el que todavía no ha conseguido levantar un título, Djokovic logró salir indemne del duelo ante el italiano Musetti, 30 del ránking a sus 22 años, que comenzó ya entrada la noche, a las 22:30, y 4 horas y media más tarde se convirtió en el más tardío de la historia del torneo, superando a Rafa Nadal-Jannik Sinner de 2020.
La batalla dejará consecuencias en el campo del número 1, que tendrá que recuperarse de la fatiga, del horario y del golpe moral que supone haber estado al borde de la derrota. «¿Quién puede dormirse ahora? Invitadme y salgo con vosotros», les lanzó a los espectadores.
Pero la derrota hubiera traído otras peores, entre ellas la de perder automáticamente el número 1 del mundo en favor de Sinner, que gracias a su compatriota Musetti se habría convertido en el primer italiano en liderar el ránking.
El joven transalpino llegó a soñar con el triunfo, el segundo que habría conseguido ante Djokovic tras el de Montecarlo del año pasado, y sumarse así al festival italiano que es esta edición de Roland Garros, con cuatro jugadores en octavos, Jannik Sinner y Matteo Arnaldi en el masculino; y Elisabetta Cocciaretto y Jasmine Paolini en el femenino.
«Musetti era mejor que yo en ese momento, no encontraba grietas en su juego», reconoció el número 1.
Pero el serbio se apoyó en el público que le sostuvo en los peores momentos, cuando tras desperdiciar una bola para apuntarse el segundo set, cedió esa manga y en la estela de la decepción dejó también escapar la tercera.
El italiano parecía más fresco, más dentro del partido, que ajustó tácticamente a su revés a una mano, lo que hacía sufrir a un Djokovic cariacontecido, que multiplicaba los gestos de disgusto en dirección a su banquillo, donde su mujer sonreía irónica por ver a su campeón zarandeado a esas horas de la noche.
Pero el serbio recobró brío, se nutrió de los ánimos del público para recuperar el hilo del partido y plantear de nuevo batalla al italiano que se vio sorprendido del retorno de su rival.
«En ese momento me habéis dado energía, eso me ha cambiado totalmente», señaló.
Musetti fue desdibujándose en la cancha y en el cuarto set fue a remolque, aunque se aferró hasta el final a dar la batalla.
Djokovic consiguió llevar el duelo a un quinto set, ahí donde la experiencia cobra más sentido. El italiano solo contaba con dos victorias en partidos a cinco sets. El serbio 38.
La decepción de ver su momento alejarse, de presenciar como el serbio batallaba como un principiante a las 3 de la madrugada parisiense, acabó por fundir a Musetti, que hincó la rodilla y dejó su gesta en un amago. Y Djokovic sumó otra a su libro de servicios.
EFE