miércoles, enero 1, 2025
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Cromañón 20 años después: La lucha por la memoria y justicia sigue viva en Buenos Aires

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BUENOS AIRES.- A veinte años de la ‘Tragedia de Cromañón’, un incendio que causó 194 muertos y más de 1.400 heridos durante un concierto de rock en Buenos Aires, sobrevivientes y familiares de las víctimas mantienen viva la lucha por la memoria, señalan a las autoridades y advierten que un Estado ausente aumenta el riesgo de que se repita.


La noche del 30 de diciembre de 2004, una bengala prendió fuego la enorme lona de plástico instalada en el techo de la discoteca República de Cromañón durante el recital del grupo Callejeros, y desató una de las mayores catástrofes de la historia argentina.


A los pocos minutos, un espeso humo tóxico colmó la sala, cuya salida de emergencia estaba cerrada con candado. Además, el local tenía capacidad para albergar a unas mil personas, pero esa noche había unas 4.500.


«Recuerdo ambulancias, cuerpos, desesperación, angustia», relata a EFE, en el santuario erigido en el lugar del suceso, Gonzalo Zamudio, quien tenía entonces 14 años y no recuerda cómo salió de Cromañón.


«Fue una masacre»


El hoy programador de 34 años rechaza tajantemente el calificativo «tragedia»: «Se presupone que una tragedia es algo que no se puede evitar y Cromañón se pudo evitar. Estaba mal habilitado, los planos eran irregulares, la habilitación estaba vencida, habían pagado coimas (sobornos). Me parece que hay una serie de irregularidades muy grandes para decir tragedia, fue una masacre».


Los hechos que denuncia no son meras teorías sino que fueron probados por la Justicia argentina y culminaron, tras varios y extensos procesos judiciales, con el encarcelamiento de casi una veintena de personas.


Entre los condenados estaban el gerente de la discoteca, Omar Chabán; el dueño del local, Rafael Levy; policías, bomberos y funcionarios del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. También, los miembros y el representante de Callejeros.


«Evidentemente todo funcionaba mal, era una trampa mortal», afirma el sobreviviente Nicolás Papolla, que destaca la responsabilidad del entonces alcalde de Buenos Aires, Aníbal Ibarra.


Ibarra fue sobreseído en la causa pese a que poco antes había sido destituido del cargo mediante un juicio político por las irregularidades en torno a Cromañón y por la defectuosa respuesta de los servicios de emergencia.


Por esa falta de respuesta, muchos de los que lograron salir de la sala aquella noche volvieron a entrar, una y otra vez, en busca de amigos, familiares o simplemente para rescatar a otras personas. Se estima que alrededor de un tercio de los fallecidos pertenecían a este grupo.


Uno de ellos fue Mariano Valsangiacomo, que tenía 31 años cuando murió en Cromañón junto a su hermana Verónica.


«Seguimos haciendo terapia a 20 años porque esto nos cambió como familia, nunca fuimos los mismos», reconoce Elsa Meilán, viuda de Mariano y cuya hija sobrevivió al incendio.


Elsa cree que parte de la responsabilidad es compartida entre todos los que participaban de una cultura del rock que comenzó a parecerse a la del fútbol -«muy eufórico y donde se prendían bengalas»-, aunque rápidamente cita un eslogan popularizado durante los juicios y aclara: «Ni una bengala ni el rock-and-roll, a los pibes los mató la corrupción».


Peligros de un Estado ausente


Pese a que sus historias son diferentes, Gonzalo, Nicolás y Elsa apuntan al Estado como el gran responsable y advierten sobre la importancia de un Gobierno presente que verifique adecuadamente habilitaciones de locales, coordine respuestas a catástrofes y destine fondos a la capacitación de personal y a la prevención de sucesos como Cromañon.


«El Estado ausente es lo más peligroso que puede tener un país y en este momento también estamos viviendo en un Estado ausente», alerta Elsa, en referencia a las políticas de achicamiento del Estado impulsadas por el Ejecutivo de Javier Milei y encarnadas en su icónica motosierra.


Ante esto, resaltan la importancia del trabajo de memoria que llevan las organizaciones de familiares y sobrevivientes, en las que los tres participan desde hace años.


Además de brindar charlas y talleres de concienciación para jóvenes, han impulsado proyectos de ley, entre ellos, uno que logró ampliar y consolidar las ayudas económicas para sobrevivientes y otro que busca la expropiación de la discoteca -hoy abandonada- para convertirla en un centro de memoria.


«Nosotros militamos, además de para recomponer nuestras vidas, por el país y por la ciudad, porque tenemos que dejar Cromañón vivo en la memoria para lograr que no se repita», menciona Gonzalo, al sostener que, ante el «espantoso corrimiento (desentendimiento) del Estado», hoy es responsabilidad de sobrevivientes y víctimas contar esta historia a las nuevas generaciones.

EFE

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