MIAMI.- La escritora chilena Isabel Allende, que cumplió este martes 80 años, dijo a Efe que está viviendo «un momento excepcional» y que no se siente «para nada anciana todavía», aunque sabe que «a la vuelta de la esquina» está la ancianidad y una de las cosas que más teme es «ser una carga para los demás».
Allende, nacida en Lima el 2 de agosto de 1942, debido a que su familia vivía en Perú por el puesto de su padre como diplomático, y nacionalizada estadounidense en 1993, no suele celebrar sus aniversarios y tampoco en éste piensa hacer algo «excepcional».
Simplemente irá a cenar con su esposo, el abogado estadounidense Roger Cukras, con el que se casó cuando tenía 77 años, y con su hijo Nicolás y su nuera, dice a Efe desde su casa en San Francisco.
La escritora viva en español más leída ha vendido unos 75 millones de ejemplares de sus libros desde que publicó en 1982 «La casa de los espíritus», que cumple este año 40 años.
Según señala a Efe, lleva tres años diciendo que tiene 80 porque le parece que es un «número redondito», «mucho mejor que tener 77 o 76».
Después del divorcio de su segundo esposo, William C. Gordon, ya fallecido, Allende empezó a hacer ejercicio y eso le «cambió la vida», según cuenta en la entrevista.
«Mi entrenador dice que puedo hacer cosas que hace 20 años más joven no podía hacer. O sea que me siento todavía muy fuerte y flexible, y puedo subir corriendo la escalera», señala con satisfacción.
Para explicar por qué es un «momento excepcional» el que vive señala: «Empecé a curarme de responsabilidades que ya no quiero volver a hacer. He aprendido a decir que no, por fin».
«Entonces tengo una vida como quiero tenerla, que es una vida contenida en la que lo más importante son las relaciones. La relación con Roger, con mi hijo, con mi nuera, con los perros, con unos pocos amigos. Eso es lo que quiero y nada más», subraya.
A la vez que se desembaraza de cosas como los viajes promocionales de sus libros y la recogida de premios, Allende está en pleno proceso de deshacerse de cosas superfluas.
«Te confieso que tengo mucho más de lo que nunca esperé tener (..) cuando me divorcié regalé casi todo lo que había en la casa, menos las poquitas cosas que cabían en una casa chiquita. Me compré una casa de un solo dormitorio, como está muy bien ubicada porque está al lado de una laguna», relata.
Allende, que ya se lanzó en paracaídas cuando cumplió 70 años, no tiene ninguna lista de cosas pendientes antes de partir para siempre, algo que no le da ningún miedo.
«Pensar en la demencia, que la demencia incluye no solo la pérdida de memoria, sino tanta cosa que se va con eso. No me quiero poner paranoica», dice.
Si pudiera elegir, le gustaría morir con «la cabeza impecable y lúcida» como su madre, que falleció a los 98 años, pero preferiría «más joven».
«No tiene que llegar el punto en que uno depende completamente de otros que te hacen todo. No quiero llegar a ese estado», subraya.
EFE
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