CIUDAD DE PANAMÁ.- En lo que va de año un número récord de 78.585 migrantes cruzaron a pie la peligrosa selva del Darién, la frontera natural que divide Panamá y Colombia.
La cifra supone cinco veces más que las cifras registradas en 2022, según alertó este sábado el Ministerio de Seguridad Pública panameño.
Solo en marzo se identificaron a 29.294 migrantes que atravesaron la selva del Darién desde Colombia, informó en un comunicado el ministro de Seguridad Pública, Juan Manuel Pino.
«Como se ha visto este año, van a venir más migrantes, eso es lo que se ve hacia el sur. Ya tenemos unas cifras muy elevadas», afirmó Pino.
2022 representó un año récord en la llegada de migrantes a Panamá a través de la selva del Darién, con más de 248.000.
Las autoridades panameñas estiman que este año podrían cruzar su territorio 400.000 migrantes, rompiendo todos los registros.
Impacto humano del cruce en la selva del Darién
El ministro subrayó por un lado el drama humano de esta crisis: «Este es un punto inhóspito de Panamá por donde familias enteras pasan buscando un mejor futuro hacia los Estados Unidos, siendo las nacionales de Venezuela, Haití y Ecuador las más frecuentes».
Pero también remarcó «el impacto ambiental» a la selva por el masivo flujo de migrantes.
El propio vicepresidente de Panamá, José Gabriel Carrizo, subrayó este sábado durante la Cumbre Iberoamericana en Santo Domingo la situación en el parque nacional del Darién.
«Miles de personas arriesgan sus vidas a diario, atravesando este santuario de biodiversidad, en un flujo migratorio que amenaza con desbordarnos», remarcó Carrizo.
Así, añadió «la comunidad internacional está llamada a generar voluntades que al mismo tiempo que salvaguarden la existencia humana, conserven este patrimonio natural para las generaciones futuras».
Estos migrantes atraviesan durante varios días a pie esta selva, uno de los pasos fronterizos más peligrosos del mundo, donde a los obstáculos naturales como ríos crecidos y animales salvajes, se suman robos a punta de pistola y violaciones.
En ese recorrido, los migrantes se van despojando de las pocas pertenencias que llevan consigo, o les roban dejándoles sin nada, piezas de ropa y otros objetos que van quedando a lo largo de la ruta, impactando negativamente en esos parajes naturales.
También los excrementos humanos y los muertos contaminan las aguas de los ríos, enfermando luego tanto a los migrantes que la beben como a las comunidades indígenas de la región, que han sufrido un cambio drástico en su modo de vida con este éxodo migratorio.
EFE