Atlético de Madrid abrochó su clasificación en la Champions

Foto cortesía: @Atleti

CARACAS.- Atlético de Madrid venció 1-3 al Feyenoord y aseguró su clasificación a los 8vos de final de la Champions League.

Salió vencedor el Atlético, que rompió una secuencia de seis visitas sin ganar en el torneo y que es el líder de su grupo. El liderato aún debe consolidarlo en la última jornada.

Necesita al menos un empate en su duelo con el Lazio en el estadio Metropolitano. Es lo único que queda en juego ya en el cuarteto, en el que el conjunto neerlandés se queda casi sin nada, con el único consuelo de la Europa League.

El fútbol (o el Atlético) son imprevisibles. Cuando en el minuto 12, una delicia de Griezmann, al contragolpe, dejó solo a Morata en la carrera hacia Biljow, pocos intuían que eso no fuera gol.

Su remate fue desatinado. La parada del portero, con la mano derecha, tiene mérito. Pero, quizá, tanto como el demérito del tiro del goleador español. Una ocasión malgastada.

Cuando en el 14, un saque de esquina fue despejado por la defensa del Feyenoord hacia el borde de su área, nadie habría imaginado que eso sería instantes después el 0-1.

Menos aún cuando Llorente lanzó un centro llovido. Nada prometedor para un rematador; aparentemente sencillo para el portero o los centrales. No lo fue. Porque Witsel no se atrevió a ir al remate, pero Biljow dudó lo justo y Geertruida golpeó el balón a su portería.

Un golpe de fortuna. Un ‘churro’. Pero también el 0-1. Su valor es incalculable en un escenario tan volcánico como De Kuip, encendido desde el primer instante, y dentro de una puesta en escena como este martes, agitada por Minteh, una ‘bala’, y soportada por el Atlético, especialmente por Mario Hermoso, providencial en los primeros 10 minutos.

Al minuto y 43 segundos, Minteh probó a Oblak. De Kuip rugió. En el 8, Hermoso apareció milagroso para negar el remate al propio Minteh. Después, en el 10, el hoy por hoy indiscutible central zurdo fue más allá.

Su recurso, con la espuela, fue lo único que evitó probablemente el gol en un córner rematado por Hancko y al que nadie se había atrevido entonces a intervenir. Ni siquiera a Oblak, que respiró aliviado con el despeje de Hermoso.

Ahí se quedó el Feyenoord, domado por el 0-1 y por el Atlético. Por Hermoso, atrás. Por De Paul, en el medio, de vuelta a la alineación titular. Un plus cuando está en su mejor versión. Y, hacia adelante, por Griezmann.

Lo maneja todo. Con y sin balón. Su destreza es una pesadilla para cualquier rival. No es previsible. Ni sus movimientos ni sus pases ni sus giros. Eso lo hace aún más indetectable. Aún más imparable por cualquier sector del terreno.

Controlador el Atlético, de nuevo rematador Morata, que reclamó un penalti, el partido descontó los minutos hacia el descanso al ritmo del equipo de Diego Simeone.

Un ejemplo fue la intrascendencia del goleador internacional mexicano Santiago Giménez, autor de 18 tantos en sus 16 partidos este curso o de 41 en 61 duelos precedentes con el Feyenoord. No fue su día. Apenas tuvo ocasión. Y se marcó luego un gol en propia puerta.

Tal apagón era un síntoma descriptivo de la calma tensa del Atlético, que tembló nada más por un error propio antes de irse al vestuario.

Por un pase, uno de tantos en los últimos tiempos, entregados al rival por Nahuel Molina en la salida de balón. Demasiado habitual últimamente.

Sólo el resbalón de Minteh y el tino de José María Giménez en sortear el penalti anularon el fallo. La presión era local. La derrota eliminaba al Feyenoord.

Al minutos y 40 segundos de la reanudación, el poste frustró un remate de volea de Griezmann para responder a la renovada ofensiva del equipo neerlandés, con Ueda ya al lado de Santiago Giménez, con más apariencia que peligro en sus ataques, sin apurar realmente aún a Jan Oblak, lanzado al suelo para atrapar un centro amenazante.

No necesitó tampoco intervenir en la primera ocasión de Santiago Giménez, frenado por José María Giménez. La jugada la provocó un error de Witsel.

También en la salida, antes de la resolución definitiva del partido y de la clasificación, con un golazo de Mario Hermoso, salvador al principio en la defensa y goleador después en ataque.

El 0-2 fue una maravilla, con una volea increíble, en una posición más que compleja, al otro poste. Imparable.

Ya lo parecía el Atlético, que contó más ocasiones en De Kuip. Ya sólo se escuchaba a los 1.500 aficionados del equipo madrileño. Primero De Paul, después Griezmann, apuntaron al 0-3. No llegó.

Y, de repente, un cabezazo de Wieffer lo reanimó todo en el minuto 77. Lo apagó de nuevo otro tanto en propia puerta instantes después, de Santiago Giménez, en un centro de Molina. Los octavos ya aguardan al Atlético. Queda el liderato.

EFE