CARACAS.- Desde la infancia Carlos Javier Pérez Arroyo sintió una inclinación por la música, tras admirar el talento de su padre José Pérez al tocar las maracas. En su corazón ya había tomado la decisión de ser músico, pero confesarlo públicamente, fue una tarea que le llevó tiempo.
Su progenitor no comulgó desde el principio con la idea de tener un hijo músico, sino que aspiraba a que fuese un profesional. A pesar de ser un gran intérprete del culto maraquero, quería que su primogénito tuviese otra vida que quizás él no pudo tener.
Aunque pareciera que los esfuerzos de Carlos fuesen vanos por alcanzar su sueño, no resultó así. Recuerda entre risas cómo esperaba el momento en que su papá saliese de la casa para tocar aquel curioso instrumento que lo cautivó desde su niñez. Allí estaba frente a sus ojos ese especial tesoro que resguardaba con celo.
Sus primeras lecciones fueron de manera autodidacta, porque reproducía un disco de acetato que tenía la música grabada por su padre, para tratar de emular aquellos sonidos. Los tímidos ensayos fueron perfeccionándose en la intimidad de la sala con el transcurrir de los años; hasta que llegó el momento de decir la verdad y enfrentarse con su padre cara a cara.
Pasión por las maracas
En 2005 comenzaron las lecciones de música en el Conservatorio de Música Simón Bolívar con el maestro, Ernesto Laya. Desde allí este músico venezolano desarrolló al máximo la utilización de este instrumento.
Carlos ha logrado fusionar con las maracas diversos géneros musicales, tales como música iraní, latin jazz, salsa, merengue dominicano, samba, reguetón, entre otros.
–¿Cree que pueda perdurar el culto maraquero en el país con el transcurrir de los años?
-Actualmente, hay una gran cantidad de maraqueros en nuestro país, y fuera del país también. De hecho, hay una fundación llamada ‘Maracas Magistrales de Venezuela’, donde están los mejores maraqueros del país. Pero algunos tienen un punto de vista en el cual consideran que las maracas deben ser ejecutadas con la música venezolana; y otros de la nueva generación, apoyan las fusiones con otros ritmos (…) Creo que sí, va a perdurar nuestro instrumento si lo seguimos impulsando de esta manera en la que muchos de mis compañeros la llevamos.
–¿Qué características debe poseer el maraquero? ¿Cualquier persona puede ser maraquero?
-El maraquero debe ser constante, estudioso; tiene que tener un poco de malicia, chispa, ir hacia adelante en la música para poder hacer todos los sonidos y efectos con el instrumento. Debe estudiar mucho el instrumento al máximo para ser el mejor, una referencia para los nuevos talentos.
Nace «El Otro Proyecto»
–¿Cómo nació la agrupación «El otro proyecto», que integra con el músico Héctor Medina?
-En el 2009 conocí a Héctor Medina, ya pertenecía a una agrupación que se llamaba Guasak4; luego formo parte de la agrupación. Hicimos giras internacionales a Irán, Argentina, Alemania, Francia, y luego de eso hicimos tres producciones discográficas. El grupo se desintegra, porque tres de los integrantes se van del país. Quedamos Héctor y yo aquí en Venezuela haciendo música en diferentes proyectos (…) Decidimos juntarnos para hacer la agrupación El otro proyecto, que nace en 2019-2020. El primer sencillo justamente sale en plena pandemia, pero eso no fue piedra de tranca para nosotros, seguimos adelante.
El otro proyecto lo que busca es resaltar el cuatro y las maracas; fusionarlo en los ritmos latinoamericanos y la música urbana. Eso es lo que estamos intentando nosotros, introducir esos instrumentos en esa música.
Carlos expresó durante la entrevista que a pesar de tener cinco hijos, aún no le han manifestado su inclinación por dedicarse a la música; pero como buen padre, no busca imponerles nada, sino dejar que ellos decidan la profesión que quieran tener.
Asegura que tiene un arduo camino por recorrer en el ruedo musical, pero mientras tanto persiste en defender el culto maraquero en el país y dejar en alto el nombre de Venezuela.
Jean Carlos González/ Unión Radio