CARACAS.- La profesora de neurociencias y especialista en Desarrollo Infantil Rusdeiba Agelvis explicó cómo manejar e irse preparando ante los artificios pirotécnicos que se utilizan en la temporada decembrina.
Indicó que los fuegos artificiales constituyen un hábito en esta época del año, junto a ciertos olores, luces y que pueden provocar sobrerreacciones en algunas personas, especialmente a niños con trastorno del espectro autista, que no están preparados y están siempre en alerta.
«El procesamiento sensorial es complejo, neurológico, donde el cerebro tiene que estar en alerta, para recibir información, analizarla y responder a ella, pero en el caso del niño con autismo, está a la defensiva; no todos, pero hay una gran mayoría que los sonidos sorpresivos le molestan, como el de licuadoras, secadores de pelo y, en navidad, particularmente, no preparas el ambiente, porque un fuego artificial en un conjunto residencial es difícil de controlar esa situación».
En entrevista concedida al programa La Frecuencia de Hoy de Unión Radio, afirmó que en el caso de un niño con autismo que no hable, este puede ponerse a llorar, taparse los oídos y huir del lugar, y si no se lo llevan del lugar posiblemente se va a poner un poco disgustado, puede agredir, si es su conducta, es decir, si tiene tendencia a tener crisis.
Enfatizó que es importantísimo anticipar en el entorno familiar: “Vamos a traer a Pedrito que tiene autismo y ya ustedes saben que cuando los fuegos artificiales se pongan muy fuertes lo voy a llevar para el cuarto a ver un programa con sus audífono aislantes de ruido; quizás lo has ido preparando desde septiembre, escuchando sonidos de fuegos artificiales, con video», precisó la especialista.
Afirmó que también puede ocurrir una crisis ante juegos de luces y, en este sentido, explicó que la sobrerreacción se produce por un desorden en la entrada de este estímulo, en este caso visual, ya que el niño registra un poco más el tema de las luces, no las puede calibrar y la reacción puede ser taparse los ojos, huir o ponerse a llorar.
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