Roma.- Liverpool descosió al Milan este miércoles por 1-3 en el inicio de la Liga de Campeones, conquistó San Siro con una remontada que acabó siendo un resultado escaso y puso de manifiesto que, por el momento, está varios escalones por encima del equipo italiano, lejos de su mejor versión, de ser competitivo con los mejores equipos de Europa.
Facilidad absoluta del Liverpool para remontarle al Milan en San Siro. Un paseo para los de Arne Slot. Dos jugadas a balón parado y un sinfín de contras que pudieron haber humillado a los locales, impotentes en defensa, desprovistos de creatividad en el centro del campo y sin mordida arriba.
Milan fue una tormenta de verano en San Siro. Cinco minutos de arreón. Después, casi nada. Pero en esos cinco minutos sembró el terror en los ingleses, que vieron cómo en apenas dos jugadas habían concedido dos ocasiones de valor gol. La primera la salvó Van Dijk justo antes de que Álvaro Morata empujara a puerta vacía. La segunda, en el tercer minuto, nadie pudo pararla.
Ni siquiera en el inicio. En una salida de balón algo atropellada de los ‘rossoneri’, apareció Morata para limpiar el ataque. Una dejada perfecta, un apoyo sublime que convirtió en asistencia al espacio para Pulisic, imparable ante la defensa de los ‘Reds’, inalcanzable con su punta de velocidad para cruzar el disparo a Alisson y poner patas arriba San Siro en el minuto 3.
La inercia de la contundente victoria conseguida ante el Venecia en Serie A invitó a la afición italiana a creer en un cambio de rumbo definitivo de la temporada. Pero la realidad fue muy diferente. Radicalemente. Porque lejos de intimidar al Liverpool, el paso de los minutos dejó entrever cada vez más las costuras tácticas de este Milan de Paulo Fonseca que resistió como pudo.
Sobrevivió a Salah, principalmente. El egipcio fue un tormento por banda derecha. Una finta y un disparo con la derecha al larguero como respuesta al tanto milanista. Un peligro constante cada vez que tuvo el balón. Pero la respuesta del Liverpool, cada vez más crecido, no estuvo en el juego continuo, sino en el balón parado, donde acabó por matar a los italianos.
Se impusieron las torres a la falta de rigor de los milanistas. Un entrada a destiempo de Calabria dio el pistoletazo de salida. Fue casi un saque de esquina. Alexander-Arnold, con su guante, puso el balón en el corazón del área. Allí fallaron todos los ‘rossoneri’. Reijnders al dejar a su marca escapar fácil, Tomori en el salto y Maignan con una salida muy mala. Y Konate estuvo hábil para erigirse el ganador y empatar un partido que para ese momento el Liverpool tenía en su mano.
La confirmación del dominio inglés llegó con un carrusel de ocasiones imparables para el Milan. Diogo Jota no acertó a definir bien con la pierna izquierda. Salah se estrelló por segunda vez con el larguero, y, poco después, se encontró con una mano salvadora de Maignan. Eso sí, en el saque de esquina llegó el gol de la remontada.
Idéntico al anterior, pero desde el otro perfil y con Tsimikas como aistente. Reijnders perdió la marca otra vez. Y Maignan no dominó el área pequeña en la que emergió imperial Van Dijk para poner el 1-2.
El dominio del Liverpool era evidente. El tercer gol con el nivel defensivo mostrado por los ‘rossoneri’, era cuestión de tiempo. Llegó en el minuto 67 a cargo de Szoboszlai, que empujó a puerta vacía la contra que armó su equipo en el centro del campo, despojado de autoridad milanista. Ya en portería estaba Torriani, joven de 19 años que tuvo que sustituir al lesionado Maignan, malherido en su rodilla al intervenir y frenar la enésima ocasión de los ‘Reds’.
Solo en los minutos finales, con el Liverpool ya relajado, el Milan pudo pisar zona de tres cuartos. La entrada de Abraham dio aire fresco a un partido muerto, a un paseo de los ‘Reds’ por Milán que acabó con San Siro medio vacío y con el debut de Chiesa con su nuevo equipo en el tiempo añadido.
EFE