LONDRES.- Tras las primeras condenas por las protestas anti-inmigración, el Gobierno británico afina la maquinaria judicial, policial y política para evitar que se repitan este fin de semana los disturbios y agresiones racistas alentadas por la extrema derecha.
Ante su primera gran crisis desde que llegó al poder en junio, el primer ministro, Keir Starmer, ha asegurado que las fuerzas del orden están en «alerta máxima», con el despliegue de 6000 agentes especializados y los tribunales preparados para imponer rápidas sentencias a los implicados en las revueltas.
El líder laborista cuenta también con el respaldo del rey Carlos III, quien le trasladó este viernes en una conversación telefónica su confianza en que los valores compartidos de respeto y entendimiento del pueblo británico ayudarán a «reforzar y a unir la nación», según un comunicado del palacio de Buckingham.
En su primer mensaje desde el estallido de la violencia en diferentes ciudades del Reino Unido, el monarca agradeció a la Policía su labor para restablecer el orden, al tiempo que prometió un «apoyo más directo» a aquellas comunidades más afectadas, probablemente en forma de visitas.
Por el momento, los disturbios violentos alentados principalmente por grupos de extrema derecha y antirracistas tras la muerte de tres niñas en un acuchillamiento múltiple en Southport (noroeste de Inglaterra) a manos de Axel Rudakubana, un joven galés de padres ruandeses, han dejado más de 700 arrestados, de los cuales, 302 individuos ya han sido acusados.
Tres de ellos se convirtieron el viernes en los primeros condenados a penas cárcel por incitar en las redes sociales a atacar centros de acogida de solicitantes de asilo, en un claro mensaje de los tribunales para frenar los discursos de odio en internet.
En el lado opuesto, el concejal laborista Ricky Jones ha sido acusado de incitación al asesinato después de decir en una protesta antirracista organizada en Londres que había que «cortar las gargantas» de los manifestantes de ultraderecha.
En este clima de tensión, la Policía británica aseguró este sábado que la jornada y el resto del fin de semana puede ser «crítico y difícil» para las fuerzas del orden ante la convocatoria de varias protestas por parte de grupos de extrema derecha y antirracistas en diferentes partes del Reino Unido.
A las manifestaciones de ambos bandos se suma el comienzo de la segunda división del fútbol inglés, que conlleva el desplazamiento de miles de aficionados por todo el país y eleva la presión sobre la Policía para gestionar el control de multitudes.
Las autoridades han identificado varios puntos calientes donde están previstas manifestaciones, como en las ciudades inglesas de Liverpool (oeste) y Newcastle o en Belfast, la capital de Irlanda del Norte.
Según el presidente del Consejo Nacional de Jefes de Policía, Gavin Stephens, habrá más de 6.000 agentes «especialmente entrenados, preparados y listos» en las calles británicas para acabar con los disturbios, porque, advirtió, «los arrestos no han hecho más que empezar».
Otros servicios de policía, como el de Northumbria, disponen de instrumentos legales adicionales para gestionar altercados en la región, donde el foco de interés se centra en Newcastle.
Por su parte, la Policía autónoma norirlandesa (PSNI) recibirá el refuerzo de 120 agentes extras desde Escocia, como parte de un amplio dispositivo de seguridad desplegado en la región después de seis noches de disturbios, en los que 10 agentes resultaron heridos y 26 personas detenidas.
«Las fuerzas del orden estarán al límite, atentas tanto a los posibles problemas causados por el fútbol y los de orden público, si bien tengo que decir que probablemente ambos se superpongan», declaró hoy a la cadena Sky el subdirector de la Policía Metropolitana de Londres (Met, en inglés), Stephen Roberts.
El mando policial se refería así a la presencia de elementos de extrema derecha en grupos de seguidores de equipos de fútbol, con antecedentes previos de actos de ‘hooliganismo’ y xenofobia.
No obstante, celebró la coordinación y celeridad en la actuación de la Policía, la fiscalía y los tribunales para hacer frente a los altercados de los últimos días.
«Significa que hay un mensaje claro dirigido a las personas que podrían querer causar problemas y quebrantar la ley: si hoy salen y quebrantan la ley, al final de la semana estarán en prisión», advirtió Roberts.
La ola de violencia empezó el 30 de julio después del asesinato con arma blanca de tres niñas en un centro de verano de Southport, en el noroeste de Inglaterra, a manos del Axel Rudakubana, que acaba de cumplir 18 años, nacido en gales y de padres ruandeses, pero que las redes sociales de extrema derecha identificaron de forma errónea que el joven era solicitante de asilo.
EFE